Aldeas de la Cultura: 10 claves para propuestas creativas en el rural (I)

La ciudad es un gran invento: concentra energías y multiplica posibilidades. En las ciudades pasan cosas que generan otras muchas. La cultura es un buen ejemplo de eso. Las nuevas creaciones culturales (de la vanguardia a lo comercial) parecen crearse, experimentarse y compartirse en las ciudades.

Pero estamos en la época de las redes y ya han movido el marco que separa la aldea de la ciudad, aunque a lo mejor no nos hemos enterado. La actividad cultural fuera de los cascos urbanos es rica y va más allá de las manifestaciones tradicionales. El problema es que cuesta hacer el camino que lleva a las periferias para descubrir propuestas, cada vez más y mejores. Proyectos en los que el rural, cualquiera de los rurales posibles, es espacio y materia para creaciones novedosas.

En los últimos años, muchas de las propuestas culturales más interesantes de Galicia y de la Península se han parido en el rural. Este listado es sólo un pequeño aperitivo comentado de diez propuestas a partir de diez argumentos básicos para crear discursos singulares y universales desde cada aldea.

En esta entrega van las cinco primeras claves:

1. «Esta finde voume á aldea». Hacer el camino al revés para aprender y crear
No todos los eventos selectos van a ocurrir en las grandes urbes. En vez de crear en las aldeas réplicas a escala del que ocurre en las ciudades, es posible ofrecer propuestas únicas, motivos ineludibles para que a lo que realmente le interesa algo sepa que vale la pena hacer el camino a la inversa: ir de la ciudad a la aldea, y no solo para hacer turismo.

Un buen ejemplo es el LAV, Laboratorio Audiovisual de Vedra, que quizás sea la oferta de formación audiovisual no regulada más coherente en Galicia. Con buen criterio, la Asociación Senunpeso ha ido componiendo un programa en el que se aprende y se muestra y donde junto a cursos básicos hay formación muy específica, mezclando en las aulas curiosos que se inician en el audiovisual con profesionales en busca de especialización. Esto no ocurre en la Cidade da Cultura, sino en el ayuntamiento de Vedra.

2. «Moito cambiou isto!«. El rural no es una foto en sepia
Para crear algo en el rural hay que entender sus nuevas identidades, trascender la imagen del carro de bueyes, la azada y el pañuelo en cabeza. Ese rural existe, pero convive con otros muchos, que muchas veces parecen desconocidos para los que lo escriben, cantan o filman. Ya el rock bravú en los 90 dio cuenta de ese rural mutante con humor y espíritu reivindicativo, y otros muchos después retrataron esas nuevas realidades aplicando visiones líricas, emotivas o explosivas.

Uno de los objetivos del Festival de Cans es mostrar esa nueva realidad rural sin tirar de lo rústico. Por eso dirige la atención del público a los elementos característicos de nuestro rururbano: una aldea atravesada por la autovía, con pequeñas fincas, chimpíns, agricultura de complemento, jalpóns de bloque y uralita, cobertizos de esteos y chalés estilo neopazo. Todo aliñado con ironía, participación vecinal y un poco de falso glamour.

3. «Que virán facer estes aquí!«. Cultura para los de casa y con los de casa
Lo de la participación vecinal es muy importante. Una aldea no es un lugar en el que aterrizar con una idea magnífica para imponer. Si la gente no está implicada y no lo ve y lo vive como un proyecto propio, no va a funcionar. Crea un proyecto en tu aldea, y se resides en la ciudad, asóciate con los que viven allí y piensa en ellos a la hora de diseñarlo.

En el Festival Mapa, los vecinos de Pontós participan de las propuestas artísticas creadas específicamente en la localidad, en un evento en el que se confunden lo vanguardista con lo lúdico y lo popular. Además de performances, conciertos y cine, en la edición de este año se incluyeron actividades como «Pon un espectador en tu mesa» o la creación de un film colectivo. Pontós atrae nuevos creadores que se quedan a vivir, al tiempo que vecinos de toda la vida recuperan sus facetas creativas para mostrarlas en el festival, para orgullo de los organizadores, el colectiu Cèl.lula.

4. «Mi aldea es especial«. Propuestas útiles para aldeas únicas
ES obvio que no hay dos lugares iguales, por lo que cada comarca, ayuntamiento o aldea puede encontrar los elementos que lo hacen especial. Transformar esos elementos en propuestas singulares es meritorio, y aun más conseguir que esas propuestas sean útiles y contribuyan al desarrollo, en el sentido más amplio.

Esto lo saben en Cans, lo saben en Pontós y lo saben en las Aldeias de Magaio, un conjunto de localidades de montaña en el municipio portugués de São Pedro do Sul, que cuenta con un proyecto de desarrollo económico y social que tiene uno de sus pilares en el Binaural / Centro de Residências Artísticas de Nodar. Conectando el arte sonoro y visual experimental con el patrimonio y la educación, surgen proyectos como Aldeias Sonoras y el Festival Vozes de Magaio, atentos a la dinamización social y económica de la comarca.

5. «Aquí non hai nada que facer«. Si no es un lugar único, invéntalo
Vale, cada lugar es especial, pero si no le encuentras el punto singular al tuyo, siempre puedes construirlo de cero. Sólo hace falta osadía, complicidad e imaginación.

Para darle nueva vida a Morille (Salamanca, 200 habitantes), los artistas Domingo Sánchez Blanco y Javier Utray propusieron crear un cementerio. Es el Cementerio de Arte de Morille, o Museo-Mausoleo, una iniciativa para transformar 86.000 m2 desolados y vacíos… en un camposanto para 26 obras de arte (y creciendo). Hay piezas de Pierre Klossowski, Isidoro Valcárcel Medina, Esther Ferrer, Fernando Arrabal, Juan Hidalgo o Germán Coppini. No se pueden ver, pero su efecto se siente bien.

Para la semana que viene, desgranaremos otras cinco claves, que bien podemos resumir en cinco verbos: reinterpretar, experimentar, cultivar, reflexionar y reinventar.